El origen de este post parte de una anécdota que tuvo lugar hace algunas semanas, cuando felicité a un amigo en Facebook. Éste, amante de la lectura y doctor en comunicación, me lo agradeció incluyendo un comentario que me dio que pensar: “eres la última usuaria de las exclamaciones iniciales!!!!”. Comencé a fijarme y vi que era cierto que ya casi nadie utiliza el doble signo. Entiendo que la gente lo deje de hacer en sus comunicaciones más inmediatas (me refiero al Whatsapp, por ejemplo) pero lo más sorprendente es que es una costumbre que ya han aplicado muchos profesionales del mundo del periodismo y la comunicación. Whatsapp por su inmediatez, Twitter por su limitación de caracteres, pero ¿cuáles son las razones por las que se ha pasado a escribir de manera incorrecta en Facebook, Linkedin o en los correos electrónicos? ¿Os habéis fijado en cuántos perfiles profesionales o páginas de empresas (teóricamente gestionadas por profesionales del sector) de todos los canales de comunicación sociales existentes tienen faltas de ortografía?
Tras haberle dado alguna que otra vuelta, he llegado a la conclusión de que escribir correctamente ha podido pasar a ser cosa de pedantes. Si es como creo, esta nueva tendencia puede resultar realmente peligrosa no solo para la sociedad actual sino a largo plazo. Hoy en día debería estar de moda escribir correctamente. Y es aquí donde me gustaría mencionar a @lavecinarubia, una influencer con más de doscientos mil seguidores, que no solo cuida su redacción sino que ha creado un hastag genial #escribirbienesdeguapas para fomentar la corrección entre sus fans, muchos de ellos jóvenes y adolescentes. Porque como bien detalla esta twitstar, cualquiera puede equivocarse y a todos nos surgen dudas a la hora de darle a la tecla. Pero es que para eso tenemos a nuestra disposición dos organizaciones que sirven de gran ayuda: La Real Academia de la Lengua y Fundeu, Fundación promovida por la Agencia Efe, patrocinada por BBVA y asesorada por la RAE, cuyo objetivo es el buen uso del español en los medios de comunicación. No hay excusas; a día de hoy no hace falta realizar consultas en grandes e incómodos tomos. Ambas sociedades cuentan con perfiles en Twitter que resuelven dudas con rapidez. He podido comprobar (grata sorpresa) que son muchos los que los tienen en cuenta, ya que esta última, @Fundeu, dispone de 243.000 seguidores en la red de microblogging y la RAE más de un millón de followers, incluso el hastag #RAEconsultas para recibir respuestas inmediatas.
Escribir es comunicarse. Si la ortografía es incorrecta, el mensaje llegará defectuoso al destinatario y, por lo tanto, la comunicación no será la adecuada y se perderá por el camino. Por eso, detallo los principales beneficios que considero se derivan de una cuidada escritura:
- Muestra tu orden mental. En la forma de escribir se refleja la personalidad y la actitud de una persona. Según el tipo de sintaxis y ortografía que emplees, dejarás ver si tienes las ideas claras o si, por el contrario, tus razonamientos son dispersos y confusos. Alguien que redacta con buena ortografía demuestra su orden mental y su serenidad.
- Es un buen ejemplo para los demás. Si evitas los errores ortográficos, te convertirás en un ejemplo de referencia para tus lectores. El hecho de no difundir planteamientos equivocados ayuda a conservar la autenticidad y esencia de nuestra lengua.
- Respeto al interlocutor. El hecho de escribir sin faltas de ortografía denota que damos el valor e importancia que merece a la persona que nos está leyendo. Aunque sea un texto breve, tiene que estar igual de cuidado que una redacción más extensa.
- Carácter profesional del texto. Si utilizas palabras que demuestran tus conocimientos y tienes una redacción cuidada, tus textos ganarán validez. Una estructura ordenada de ideas y una buena exposición te convertirán en un profesional confiable y serio.
Y finalizo este post adueñándome de las palabras de Salvador Rus Rufino, Doctor en Filosofía e Historia y profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos: “No quiero mostrarme como un inquisidor del lenguaje, ni como un fundamentalista de la ortografía. Admito la evolución de una lengua y sus cambios, pero en un contexto concreto, en un momento histórico y temporal determinado, existen unas reglas que debemos observar para mejorar la comunicación y no distorsionar la convivencia entre nosotros”.
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