Las redes sociales y la tecnología han cambiado por completo nuestra forma de relacionarnos. Y no me refiero, en este caso, solo a las relaciones personales, las cuales, gracias a todos los canales masivos, podemos seguir manteniendo a pesar de la distancia, sino también a nuestra manera de consumir. Lo que hace poco me ocurrió con la compra de un accesorio me hizo darme cuenta de todas las posibilidades que tenemos en nuestras manos.
Necesitaba comprar un producto para trabajar y me recomendaron una marca específica. En cuanto me facilitaron el nombre de la empresa fabricante, lo busqué en la red: empresa italiana que tiene comercios por toda Europa, pero da la casualidad de que precisamente en Madrid solo disponían de tienda física en el Aeropuerto. Vaya, sin tarjeta de embarque me sería difícil acceder a la tienda y comprar el producto que deseaba. Miré en la web, ya que podría acceder al mismo a través de la compra online, pero se trataba de una compra especial: Quería verlo, tocarlo, mirarme al espejo. Esas cosas que uno hace cuando adquiere un accesorio en una tienda física, y que, de momento, el eCommerce no permite realizar.
Por ello, llamé por teléfono a la tienda y consulté las posibilidades de compra. La dependienta, muy amable, se ofreció a reunirse conmigo fuera de la terminal y llevarme diferentes tipos del accesorio en cuestión. Pero ahí no quedó la cosa. Pidiéndome permiso previamente, se pasó cerca de dos horas enviándome imágenes, videos y explicándome las características de los diferentes modelos por WhatsApp. Sí, esa aplicación que hace poco compró Zuckeberg, que usan nada más y nada menos que 450 millones de usuarios en el mundo, y que, según difundió la agencia de noticias Europapress, en 2015 dispondrá de cuarenta millones de usuarios en España.
Sorprendida y muy agradecida por la maravillosa atención que me ofrecieron y, tras sopesar las características de los diferentes modelos, evidentemente me hice con el producto en cuestión.
Antes de publicar este post creo haber comentado mi satisfacción con muchas de las personas que me rodean. Destaco mi sorpresa por el amable trato: por haber recibido una atención tan exquisita, con unos modales que desgraciadamente no abundan, y haciendo además uso de las nuevas tecnologías que, una vez más, muestran cómo facilitan enormemente nuestro día a día.
Creo que la buena atención al cliente, en términos generales, siempre triunfa, desde el saludo inicial al tiempo de respuesta para enviar un presupuesto. Aunque el uso whatsapp como herramienta profesional ya me genera más dudas…
Gracias por tu comentario, Aitor. En este caso, la dependienta me pidió permiso previamente para contactar conmigo por este medio y la verdad es que me facilitó mucho la elección del producto en cuestión. Me envió imágenes, datos, especificaciones y vídeos que no estaban en la web, por lo que tenía acceso directo a información “privilegiada”.
Ojalá las grandes de las telecomunicaciones se aplicasen el cuento…
¿Te refieres a lo de pedir permiso, Esther? A mi desde luego me pareció todo un detalle por su parte, igual que lo de ofrecerme un trato educado y amable, algo que desgraciadamente nos sorprende.